Es tan solo un paso, una mella que deja en la gran ciuda.
Un suspiro de vida, en medio del halito vago de las tempestades pasajeras.
Helo aquí toda la voluntad que ha atravesado, allende las fronteras,
caballos elegidos que atraviesan distancias
los mas remotos confines del globo han traspasado,
un motivo que impulsa una necesidad fundamental.
La de tener que renunciar, de dejar la casa materna,
de empeñar y poner en juego la propia identidad
el lenguaje y la costumbre que hondamente han calado.
Buscar aquí, allá, abordar el tren de la incertidumbre.
Comenzar a escribir la epístola de la vida,
los golpes y la experiencia cincelan la tabula raza
En medio de tránsitos divaga con un rumbo fijo,
a veces errante ignorado, solo tocado por el.
En un chubasco matutino, nadie lo rebaja nadie lo exalta
con su presencia declara su petición, la búsqueda y consolidación de ideales.
Esta urbe sin dueños, enjalma a sus habitantes
como las miles de abejas que buscan saciarse de la colmena
pasan de un estado dulce a un sabor amargo
sin duda el de la alegría
como yuntas que siguen la zanahoria que les ofrece
su arriero, una ciega sensación de placebo,
seguida por una sobredosis de ambiciones desmedidas
marcadas por la tiranía de la intolerancia
que rige los designios con pertinaz violencia
carcome
Como el buitre que espera pacientemente,
la hora de la muerte de su victima.
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